Publicado el Deja un comentario

¿Qué es la piel reactiva en niños?

Piel reactiva en niños - Kaalm Organics

¿Has notado que tu hijo o hija se rasca constantemente, como si una pequeña legión de hormigas invisibles le recorriera la piel? O quizás rechaza llevar el jersey del cole porque siente que su piel no lo soporta.

La situación se complica aún más si tu peque aún es un bebé y solo puede comunicarse con balbuceos. Pero tú notas que su piel está gritando.

En algún momento, entre preocupaciones y charlas, alguien menciona que podría tratarse de «piel reactiva», y decides investigar. Así que haces lo que haría cualquier hijo de vecino: buscar en Google.

Si este camino te ha traído hasta aquí, respira hondo y sonríe, porque has llegado al sitio correcto. En las próximas líneas, te explicaremos de forma clara y sencilla qué es exactamente la piel reactiva en niños y cómo puedes cuidarla con todo el amor del mundo.

¿Qué es la piel reactiva en niños, niñas y bebés?

La piel reactiva en niños se caracteriza por una sensibilidad extrema ante estímulos externos como los cambios de temperatura, productos químicos, ciertos alimentos y estrés, entre otros.

Este tipo de piel, caracterizado por enrojecimiento, picor, sequedad y tirantez, es cada vez más común en países occidentales, reflejando el impacto de nuestro estilo de vida actual.

Aunque no hay datos concluyentes (ya que se trata de una condición de la piel ciertamente subjetiva) algunos estudios hablan de una prevalencia del 39% entre los europeos, que alcanza hasta el 85% de los niños entre 0 y 5 años [1].

¿Esto qué significa? Que si tu peque sufre de piel reactiva, no tienes que preocuparte, es tremendamente habitual en los primeros años de vida, ya que su piel es hasta un 30% más fina y, por lo tanto, naturalmente más delicada.

¿Es lo mismo piel reactiva, sensible y atópica?

Aunque los términos piel reactiva, sensible y atópica a menudo se usan por igual representan diferentes niveles de sensibilidad cutánea.

La piel sensible está en el nivel más bajo, reaccionando de forma leve a estímulos. La piel reactiva, por otro lado, se encuentra en un nivel intermedio, con respuestas más marcadas a los irritantes. Finalmente, la piel atópica implica una condición más severa, frecuentemente asociada con diagnósticos médicos como la dermatitis atópica, que puede necesitar tratamientos específicos, incluyendo medicamentos como corticoides.

Causas de la piel reactiva en niños

La piel de los más pequeños, al ser tan delicada, es sorprendentemente vulnerable a los caprichos de nuestro mundo moderno.

Factores como los cambios bruscos de temperatura, el aire cargado de contaminación y los ingredientes agresivos en productos de cuidado cotidiano pueden hacer que su piel se sienta incómoda, manifestándose en enrojecimiento, picazón y sequedad.

Pero hay más en el cuento: la alimentación y los productos de cuidado personal que elegimos también influyen. Optar por alimentos naturales dermoprotectores y productos formulados especialmente para ellos no es solo un gesto de cuidado, sino una necesidad para preservar el bienestar de su piel reactiva.

Consejos para calmar la piel reactiva en niños, niñas y bebés

Cuidar la piel reactiva de tu peque implica una atención especial y amorosa hacia los productos y hábitos cotidianos.

  • Consulta con un pediatra o dermatólogo

Antes de iniciar cualquier tratamiento, es crucial obtener un diagnóstico preciso de un profesional. Esto ayudará a entender las necesidades específicas de su piel y a elegir los cuidados adecuados.

  • Identifica los desencadenantes

Observa y anota cualquier reacción adversa a productos, alimentos, condiciones climáticas, o tejidos. Esto es especialmente importante en bebés, cuyas reacciones pueden ser más difíciles de identificar.

  • Tranquilidad Zen

Aunque los bebés y niños pequeños pueden no experimentar estrés de la misma manera que los adultos, el ambiente tranquilo y una rutina regular pueden ayudar a mantener su piel saludable. Técnicas de relajación, como baños tibios antes de dormir y masajes suaves, pueden ser beneficiosas.

  • Usa ropa adecuada

Opta por vestir a tu peque con ropa de tejidos naturales como el algodón o el lino. Estos materiales son más suaves y menos propensos a irritar la piel sensible. Además, permiten una mejor transpiración, reduciendo el riesgo de sobrecalentamiento y sudoración que pueden irritar su piel.

  • Un baño delicado

Utiliza limpiadores sin jabón, ya que son menos irritantes para la piel reactiva. Estos productos limpian suavemente sin despojar a la piel de sus aceites naturales. Evita usar esponjas o toallas ásperas; en su lugar, aplica el limpiador con las manos y enjuaga con agua tibia, secando con toques suavecitos para no irritar su piel.

  • Simplifica la rutina de cuidado

Para niños y especialmente bebés, es genial simplificar la rutina de cuidado. Limita los productos cosméticos a lo esencial: una crema de protección solar adecuada para uso infantil y un emoliente especialmente indicado para uso pediátrico en pieles sensibles. Estos emolientes ayudan a mantener la piel hidratada, reduciendo la sequedad y la irritación.

  • Recomendación especial: Little Miracles

Para el cuidado específico de la piel reactiva infantil, te recomendamos utilizar nuestra crema Little Miracles. Formulada con ingredientes como manzanilla alemana, lavanda, aloe vera, y mantecas de cacao y karité orgánicas, es vegana y un 99% natural.

Está diseñada para hidratar, aliviar y proteger la piel, especialmente durante episodios de picor, enrojecimiento e irritación. Es apta para su uso en bebés y niños, habiendo sido testada pediátrica y dermatológicamente. De hecho, ha sido galardonada con los Orgànics Clean Awards 2024 en la categoría de mejor producto infantil para pieles atópicas. Siguiendo estas recomendaciones, podrás regalar un cuidado efectivo y amoroso para la piel reactiva de hijo o hija, manteniendo su piel en las mejores condiciones posibles.


[1] L. Misery, S. Boussetta, T. Nocera, N. Perez-Cullell, C. Taieb. Sensitive skin in Europe. J Eur Acad Dermatol Venereol., 23 (2009), pp. 376-381


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *